Lima, 07-04-2013 / Año 108 - Nº 5661


Como nos alegramos al encontrarnos con nuestros amigos, así se alegraron los discípulos: "Se llenaron de alegría cuando vieron al Señor". Ver a Jesús, estar con él, frecuentar su Palabra y su Eucaristía, experimentar su Amor y trasmitirlo a los demás, nos llena de inmenso gozo. Por fin podremos testimoniarlo gritando "a voz en cuello": "¡Hemos visto al Señor!"
PRIMERA LECTURA: Hch 5, 12-16
Se nos trasmite la vida de la primitiva comunidad que, animada por el Resucitado, convoca a los creyentes, porque actúa en y por ella, en la historia de los hombres.
"Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a unírseles, aunque el pueblo hablaba muy bien de ellos; crecía cada vez más el número de los creyentes, tanto hombres como mujeres, que se adherían al Señor. La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra, cubriese a alguno de ellos. Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén, llevando enfermos y poseídos por espíritus inmundos, y todos quedaban sanos".
Si Cristo no ha resucitado, inútil es nuestra fe
SEGUNDA LECTURA: Ap 1, 9-11a.12-13.17-19
Es una lectura de la historia de la Iglesia en la que, Jesús muerto y resucitado, se presenta al mundo, dándole sentido a la historia presente.
"Yo, Juan, hermano de ustedes y compañero en la tribulación, el reino y la espera perseverante en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la Palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús. Caí en éxtasis en el Día del Señor y oí a mis espaldas una voz potente, como de trompeta, que decía: «Lo que veas escríbelo en un libro, y envíalo a las siete Iglesias que están en Asia». Me di vuelta para ver quién me hablaba, y, al hacerlo, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, y llevaba cinturón de oro a la altura del pecho. Al verlo, caí a sus pies como muerto. Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: «No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo para siempre, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que has visto, lo que está sucediendo y lo que ha de suceder en el futuro»".
PILDORITA SALUDABLE
Ecl 5, 12: "Si puedes, responde a los demás, pero si no, quédate callado"

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