Lima, 11-08-2013 / Año 109 - Nº 5679

¿Dónde está nuestro corazón? Jesús insiste en que pongamos nuestro corazón en algo que no se desgaste: el desprendimiento, la generosidad, el servicio. Porque allí donde tengamos nuestro tesoro, estará también nuestro corazón.
PRIMERA LECTURA: Sb 18, 6-9
Se exhorta al Pueblo de Dios a reconocer su llamado y elección para valorizarlos, aun en medio de las dificultades.
"La noche de la liberación se les anunció de antemano a nuestros padres, para que tuvieran ánimo, al conocer con certeza la promesa en que tenían puesta su esperanza. Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes y la perdición de los enemigos, pues con una misma acción castigabas a los adversarios y nos honrabas, llamándonos a ti. Los santos hijos de los justos ofrecían sacrificios a escondidas y, de común acuerdo, se imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales".
SEGUNDA LECTURA: Hb 11, 1-2.8-19
Es un himno de alabanza a los hombres y mujeres de fe que nos desafían a seguir sus huellas con todas las consecuencias y a tomar la posta y continuar sus testimonio.
"La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no ve. Por su fe, son recordados nuestros antepasados. Por fe, obedeció Abraham a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en herencia. Salió sin saber adónde iba. Por fe, vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas, y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa, mientras esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por fe, también Sara, a pesar de su avanzada edad, recibió el poder de concebir, porque confió en quien se lo había prometido. Y así, de un solo hombre, sin vigor ya para engendrar, nacieron hijos numerosos como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas. Con esa fe murieron todos ellos, sin haber recibido lo prometido; pero viéndolo y saludándolo de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.
Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver. Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo. Por eso, Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les había preparado una ciudad. Por fe, Abraham, puesto a prueba, ofreció a Isaac, su hijo único, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «Isaac continuará tu descendencia». Pero Abraham pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar muertos. Y así, recobró a Isaac como un símbolo y figura del futuro".
PILDORITA SALUDABLE
Ecl 6, 15: "Un amigo fiel no tiene precio; su valor no se mide con dinero"

No hay comentarios: