Lima, 27-10-2013 / Año 109 - Nº 5690

El fariseo se jactaba de ser bueno y para que Dios no tuviera dudas, le enumera cómo cumplía sus obligaciones religiosas. Nunca el orgullo y la altanería, nos acercarán a Dios. Y el publicano de la parábola ni siquiera se animaba a mirar hacia el cielo y sólo atinaba a reconocerse pecador. "Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador". Y Jesús aclara que éste volvió a su casa perdonado, reconciliado con Dios.
PRIMERA LECTURA: Eclo 35, 12-14.16-18
Se nos hace un llamado a crecer en la fe y en el testimonio sobre Dios, que está al tanto de los pobres y sufrientes.
"El Señor es un Dios justo, que no puede ser parcial; no favorece a nadie en perjuicio del pobre, escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano ni las quejas insistentes de la viuda; sus penas consiguen su favor, y su grito llega hasta el cielo; los gritos del pobre atraviesan las nubes y no descansa hasta alcanzar a Dios; no desiste hasta que Dios le atiende, y el juez justo le hace justicia".
SEGUNDA LECTURA: 2ª Tm 4, 6-8.16-18
Pablo nos ofrece su testimonio de amor y entrega a Cristo y nos quiere contagiar a abandonarnos en sus manos.
"Querido hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He peleado bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que esperan con amor su venida gloriosa. La primera vez que me defendí, nadie me asistió, todos me abandonaron. Que Dios los perdone. Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje de modo que lo oyeran todos los paganos. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, el me salvará y me llevará a su reino celestial. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén.
PILDORITA SALUDABLE
Ecl 6, 27: "Síguele los pasos, búscala, y la encontrarás, cuando la tengas, ya no la sueltes"
 
BORRACHO TOCANDO LA GUITARRA
El policía: ¡ACOMPÁÑEME, por favor!
El borracho: ¿Y QUÉ CANCIÓN va a cantar, mi jefecito, hip?

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