Lima, 23-03-2014 / Año 110 - Nº 5711

Reflexionamos sobre la importancia del agua, símbolo de Vida Eterna. Pablo nos dice: La Roca de la que Dios, a través de Moisés, hizo brotar agua, es Cristo. En el Evangelio, el agua que Jesús ofrece a la Samaritana es Él mismo, su palabra que da Vida Nueva por el Espíritu Santo.
PRIMERA LECTURA: Ex 17, 3-7
El Éxodo nos confronta con la experiencia del pueblo de Israel en su camino por el desierto y cómo surge la murmuración contra Dios, mientras Moisés queda desconcertado.
"En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés «¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?». Clamó Moisés al Señor y dijo: «¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen». Respondió el Señor a Moisés: «Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el bastón con que golpeaste el río, y vete, que allí estaré Yo ante ti, sobre la roca, en Horeb; golpearás la roca, y saldrá agua para que beba el pueblo». Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la rebelión de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor diciendo: «¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?»".
SEGUNDA LECTURA: Rm 5, 1-2.5-8
Pablo escribe a los cristianos de Roma exhortándolos a acoger la misericordia de Dios en su Hijo que se entregó para salvamos dándonos su Espíritu.
"Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por Él hemos obtenido con fe el acceso a la Gracia en la cual nos encontramos y por Él nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y esta esperanza no nos defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza para salvarnos, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado; en verdad a duras penas habrá alguien que muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir, más la prueba de que Dios nos ama es que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros"

Eclo 7, 10: "No seas impaciente cuando ores, ni dejes de dar limosna"

- Papá ¿de quién son hijos los burros?
- Pues, de las burras, hijo.
- Y ¿por qué me preguntas?
- Porque mi mamá me llama ¡BURRO!

Ja, ja, ja...

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