Reflexionamos
sobre la importancia del agua, símbolo de Vida Eterna. Pablo nos dice: La Roca de la que Dios, a través
de Moisés, hizo brotar agua, es Cristo. En el Evangelio, el agua que Jesús
ofrece a la Samaritana
es Él mismo, su palabra que da Vida Nueva por el Espíritu Santo.
PRIMERA LECTURA: Ex 17, 3-7
El Éxodo
nos confronta con la experiencia del pueblo de Israel en su camino por el
desierto y cómo surge la murmuración contra Dios, mientras Moisés queda
desconcertado.
"En
aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés «¿Nos has
hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y
a nuestros ganados?». Clamó Moisés al Señor y dijo: «¿Qué puedo hacer con este
pueblo? Poco falta para que me apedreen». Respondió el Señor a Moisés:
«Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva
también en tu mano el bastón con que golpeaste el río, y vete, que allí estaré
Yo ante ti, sobre la roca, en Horeb; golpearás la roca, y saldrá agua para que
beba el pueblo». Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y
puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la rebelión de los hijos de
Israel y porque habían tentado al Señor diciendo: «¿Está o no está el Señor en
medio de nosotros?»".
SEGUNDA
LECTURA: Rm 5, 1-2.5-8
Pablo escribe a los cristianos de Roma exhortándolos a acoger la misericordia
de Dios en su Hijo que se entregó para salvamos dándonos su Espíritu.
"Hermanos: Ya que hemos recibido la
justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor
Jesucristo. Por Él hemos obtenido con fe el acceso a la Gracia en la cual nos
encontramos y por Él nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la
gloria de Dios. Y esta esperanza no nos defrauda, porque el amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza para salvarnos, Cristo
murió por los pecadores en el tiempo señalado; en verdad a duras penas habrá
alguien que muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno
a morir, más la prueba de que Dios nos ama es que, siendo nosotros todavía
pecadores, Cristo murió por nosotros"
Eclo 7, 10:
"No seas impaciente cuando ores, ni dejes de dar limosna"
- Pues, de las burras, hijo.
- Y ¿por qué me preguntas?
- Porque mi mamá me llama ¡BURRO!
Ja, ja, ja...
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