¡ATOLONDRAMIENTO... MAL DE MUCHOS!
Pienso que el progreso intelectual, científico y técnico, debería tener como resultado la maduración en la prudencia de nuestros juicios, expresiones y acciones. Pero parece que no es así. Tal vez su crecimiento veloz y desmedido nos haga, cada vez, menos pensantes y tratemos de actuar con esa negativa inmediatez. Por ejemplo, el bombardeo de los medios de comunicación a una velocidad vertiginosa impide muchas veces que reflexionemos en nuestra vida y en la responsabilidad que tenemos como seres libres y capaces de autodeterminarnos en la vida. Caemos en la tentación del torbellino de nuestra actual existencia y... lamentablemente "metemos la pata". Si eso pasa con los padres de familia, primeros educadores en la familia, ¿Qué pasará con los hijos, ante tales conductas? ¿Nos hemos preguntado el por qué de la rápida disolución de los matrimonios? ¿O, la abundancia de las infidelidades, de ambos, dentro de él? ¿El aferrarnos a los vicios del "trago", de la "droga", de la "vida alegre"?, ¿De tratar de vivir el presente sin planificar el futuro? ¿La incapacidad de pensar en nosotros mismos y en cómo vamos desarrollando nuestra propia existencia? ¿En traer hijos a este mundo "por las puras", en aras del "sexo placer"? Si así somos los que nos llamamos padres, ¿qué lecciones de vida les estamos dando a nuestros hijos?
Ante la luz del Evangelio, evaluemos hoy nuestra vida. ¿A qué valores nos aferramos? Metafóricamente, ¿qué terreno compramos, para desenterrar valores, desvalores, antivalores? Que nadie nos diga, especialmente nuestros hijos: "Papá, mamá, ustedes son unos atolondrados, unos "aventados"; NO PIENSAN EN LAS CONSECUENCIAS DE LO QUE HACEN".
Pienso que el progreso intelectual, científico y técnico, debería tener como resultado la maduración en la prudencia de nuestros juicios, expresiones y acciones. Pero parece que no es así. Tal vez su crecimiento veloz y desmedido nos haga, cada vez, menos pensantes y tratemos de actuar con esa negativa inmediatez. Por ejemplo, el bombardeo de los medios de comunicación a una velocidad vertiginosa impide muchas veces que reflexionemos en nuestra vida y en la responsabilidad que tenemos como seres libres y capaces de autodeterminarnos en la vida. Caemos en la tentación del torbellino de nuestra actual existencia y... lamentablemente "metemos la pata". Si eso pasa con los padres de familia, primeros educadores en la familia, ¿Qué pasará con los hijos, ante tales conductas? ¿Nos hemos preguntado el por qué de la rápida disolución de los matrimonios? ¿O, la abundancia de las infidelidades, de ambos, dentro de él? ¿El aferrarnos a los vicios del "trago", de la "droga", de la "vida alegre"?, ¿De tratar de vivir el presente sin planificar el futuro? ¿La incapacidad de pensar en nosotros mismos y en cómo vamos desarrollando nuestra propia existencia? ¿En traer hijos a este mundo "por las puras", en aras del "sexo placer"? Si así somos los que nos llamamos padres, ¿qué lecciones de vida les estamos dando a nuestros hijos?
Ante la luz del Evangelio, evaluemos hoy nuestra vida. ¿A qué valores nos aferramos? Metafóricamente, ¿qué terreno compramos, para desenterrar valores, desvalores, antivalores? Que nadie nos diga, especialmente nuestros hijos: "Papá, mamá, ustedes son unos atolondrados, unos "aventados"; NO PIENSAN EN LAS CONSECUENCIAS DE LO QUE HACEN".