SOLEMNIDAD DE SANTA ROSA DE LIMA
§ "El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza... Es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es más alta que las hortalizas" (Mt 13, 31-32). En la página evangélica que la liturgia nos propone en la fiesta de santa Rosa de Lima, Jesús compara el reino de los cielos con un grano de mostaza, una de las semillas más pequeñas que, en cambio, cuando crece, se convierte en un lozano arbusto de hasta tres metros de altura. No existe proporción entre la pequeñez de la semilla y el desarrollo posterior de la planta, con las flores y los frutos que produce. No resulta muy difícil entender la enseñanza que el Señor quiere darnos a través de esta metáfora. En efecto, de la misma manera que se aprecia una clara desproporción entre un arbusto alto que crece de una semilla muy pequeña, tampoco hay una proporción lógica entre las limitaciones del hombre y los prodigios de santidad que la gracia divina obra en él. ¿Acaso la vida de los santos y el camino de la Iglesia a lo largo de los siglos no son un testimonio constante de esta acción misteriosa del Señor? Todos nosotros somos como pequeñas semillas, pero de nuestra limitación Dios puede hacer surgir maravillosos portentos de bondad y amor. A este respecto, resulta muy elocuente la historia humana y espiritual de santa Rosa. He aquí lo que es la santidad: una obra gratuita del Creador todopoderoso, cuando encuentra en la criatura humana una correspondencia fiel y humilde.
§ "El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza... Es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es más alta que las hortalizas" (Mt 13, 31-32). En la página evangélica que la liturgia nos propone en la fiesta de santa Rosa de Lima, Jesús compara el reino de los cielos con un grano de mostaza, una de las semillas más pequeñas que, en cambio, cuando crece, se convierte en un lozano arbusto de hasta tres metros de altura. No existe proporción entre la pequeñez de la semilla y el desarrollo posterior de la planta, con las flores y los frutos que produce. No resulta muy difícil entender la enseñanza que el Señor quiere darnos a través de esta metáfora. En efecto, de la misma manera que se aprecia una clara desproporción entre un arbusto alto que crece de una semilla muy pequeña, tampoco hay una proporción lógica entre las limitaciones del hombre y los prodigios de santidad que la gracia divina obra en él. ¿Acaso la vida de los santos y el camino de la Iglesia a lo largo de los siglos no son un testimonio constante de esta acción misteriosa del Señor? Todos nosotros somos como pequeñas semillas, pero de nuestra limitación Dios puede hacer surgir maravillosos portentos de bondad y amor. A este respecto, resulta muy elocuente la historia humana y espiritual de santa Rosa. He aquí lo que es la santidad: una obra gratuita del Creador todopoderoso, cuando encuentra en la criatura humana una correspondencia fiel y humilde.